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Requiem
Dos, en cada mesa. Hombres y mujeres
entrelazados. Cercanos, desnudos , sin sufrimiento.
El cráneo abierto. El pecho partido en dos. Cuerpos que así
paren por última vez.
Cada una de las tres palanganas, repletas: de cerebro a testículos.
Y el templo de Dios y el establo del demonio
ahora pecho contra pecho en el fondo de un balde
se mofan del Gólgota y el pecado original.
Los otros, en ataúdes. Todos recién nacidos:
piernas de hombre, pechos de niño y cabello de hembra.
Vi, a dos amancebados de antaño
yacer allí, como si estuviesen recién paridos.
*
Circulación
El solitario molar de una hetaira
que falleció en completo anonimato
tenía una incrustación de oro.
Como por arte de magia
los dientes restantes habían desaparecido.
Entonces, el cuidador de cadáveres, lo arrancó de cuajo
lo empeñó y salió a bailar.
Porque, decía
sólo el polvo ha de volver al polvo.
*
Sala de Parturientas
Las mujeres más pobres de Berlín
-putas, prisioneras, parias
trece niñas en una habitación y media-
se retuercen aquí y gimen.
En ningún otro lugar se grita tanto.
En ningún otro lugar el dolor y el sufrimiento
es algo tan ignorado como aquí
porque aquí, hay siempre algo que grita.
“¡Puje, mujer! ¿Acaso no entiende?
No está aquí para divertirse.
No alargue el asunto porque sí.
¡Con los pujos, también saldrán las porquerías!
No se encuentra aquí de vacaciones.
No sale solo. ¡Tiene que ayudar!”
Al fin aparece: azulado y pequeño.
Ungido en orina y excrementos.
Desde once lechos de lágrimas y sangre
lo saluda un gimoteo cual salva.
Sólo en dos ojos estalla un coro de júbilos
y se eleva al cielo.
A través de este pequeño pedazo de carne
desfilará la vida toda: miseria y felicidad.
Y cuando muera entre suplicios y estertores
otras doce yacerán en esta habitación.
*
Hombre y mujer atraviesan el pabellón de los cancerosos
El hombre:
aquí en esta fila hay regazos derruidos,
y en esta otra hay pechos derruidos.
Apesta de cama en cama. Las enfermeras cambian de turno cada hora.
Ven, no te hagas problema, levanta la frazada.
Observa este montón de grasa y los humores podridos,
alguna vez fue un hombre importante
y también se llamó patria y borrachera.
Ven, observa esta cicatriz en el pecho.
¿Sientes el rosario de cuentas blandas?
Palpa tranquilo. La carne es suave y no siente nada.
Éste sangra como si fuesen treinta cuerpos.
Nadie tiene tanta sangre.
A esta otra alcanzaron a extirparle
un niño de su vientre canceroso.
Se les permite dormir. Día y noche. – A los nuevos
se les dice: aquí uno se mejora durmiendo. – Sólo los domingos
se los deja un poco más despiertos para que reciban a sus visitas.
Cada vez consumen menos alimentos. Las espaldas
están llenas de escaras. Ya ves las moscas. De vez en cuando
una enfermera los asea. Como se asean las bancas.
Aquí ya crece la hierba en torno a cada cama.
La carne baja al nivel de la tierra. Las brasas se extinguen.
Los humores están prontos a escurrir. La tierra llama.
*
Café nocturno
824: Las mujeres aman y viven.
El cello apura un trago. La flauta
eructa profundo en tres tiempos: la hermosa cena.
El tambor termina de leer una novela policial.
Dientes verdes, espinillas en el rostro
una inflamación en el párpado que indica algo.
Grasa en el cabello
habla con la boca abierta y sus amígdalas hinchadas
fe, amor, esperanza colgados de su cuello.
Bocio juvenil le conviene a tabique nasal.
El compra tres cervezas para ella.
Sicosis compra claveles
y así ablanda a doble papada.
Bemol: la Sonata 35.
Un par de ojos aúlla:
¡No salpiquen sangre de Chopin en este recinto,
los parroquianos la pisotearán!
¡Basta! ¡ah, Gigi!
La puerta fluye torrencial: una mujer.
Desierto resquebrajado. Marrón canaanita.
Casta. Llena de cuevas. La acompaña un aroma. Apenas un aroma.
Es sólo una dulce burbuja del aire
que azota mis sentidos.
Una gorda camina con pasitos cortos tras ella.
(De Morgue y otros poemas, 1912)
Traducción de Verónica Zondek (Santiago de Chile, 1953). Reside en Valdivia. Poeta, traductora y gestora cultural. Licenciada en Historia del Arte en la Universidad Hebrea de Jerusalén, forma parte del comité editorial de LOM Ediciones y de algunas revistas en Chile y el extranjero. Asesora externa de Extensión del Dpto. de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral de Chile en Valdivia. Ha publicado los libros de poesía: Entrecielo y entrelínea (1984), La sombra tras el muro (1985), El hueso de la memoria (1988,1995 y 2011), Vagido (1990 y 1991), Peregrina de mí (1993), Membranza –suma poética(1995), Entre lagartas (1999), El libro de los valles (2003), La Raíz del Viento (con fotografía de Abel Lagos, 2006), Por gracia de hombre (2008),La ciudad que habito (2012) Asimismo, en 1994 tradujo y editó poemas al español del Premio Nobel de Literatura Derek Walcott y en 2010 a June Jordan. Publicó en conjunto con María Teresa Adriasola la antología Cartas al azar, muestra de poesía chilena (1989) y en conjunto con la poeta uruguaya Silvia Guerra el epistolario de Gabriela Mistral- comentario y contexto – El ojo atravesado I y II (2005 y 2007) y el cuento infantil La misión de Katalia (2002).
Fuente de los poemas: http://www.no-retornable.com.ar/v12/poetas/zondek.html donde hay más obras y el texto original en alemán.